viernes, 2 de noviembre de 2007

¿El desplome del cuarto poder?

Intenet se erige en la gran amenaza del periodismo. El agujero negro de la información veraz, el formato precursor del caos, de la tragedia. Ignacio Sotelo contribuye desde su tribuna de El País a forjar este mito. Una ficción pendiente de demostración empírica. Porque el periodismo electrónico todavía se encuentra en proceso de definición como medio.

Hasta que configure su propia identidad, la prensa digital tendrá que esquivar los ataques y el descrédito de los alarmistas. Las denuncias de quienes ven en la Red una amenaza para la integridad y la fiabilidad de la profesión. Yo me niego a creerlo.

No es una cuestión de corporativismo hacia el soporte que me alimenta. Todo lo contrario. Simplemente, las reflexiones de muchos popes de la comunicación no resisten el mero envite de la crítica. No en vano, las premisas que fundamentan sus teorías son, en su mayoría, falsas.

Sotelo asegura que la inyección económica que reciben los medios electrónicos está acabando con la prensa escrita. Internet roba, a su juicio, el capital de los diarios tradicionales. Las plantillas adelgazan, los salarios se derrumban y la calidad informativa se sitúa bajo mínimos. Caída libre.

La descripción de los síntomas es acertada, pero no tanto el diagnóstico. El 'papel' está en crisis. El periodismo lo está. Todo él. Basta con echar un vistazo a las redacciones de nuestro país. Sueldos míseros para profesionales jóvenes, en su mayoría muy preparados. Nuevos mileuristas en la cuerda floja.

El periodismo es una profesión vocacional. Nadie (rectifico, muy pocos) hace fortuna en este empleo. Por contra, las exigencias son muchas: horarios terroríficos, festivos, fines de semana, disponibilidad absoluta... Compensa. Cuesta creerlo, pero es así. El desgaste, sin embargo, es mayúsculo, al igual que los peajes que deben abonar otras esferas de la vida.

A pesar de todo, las facultades están repletas de proyectos de periodista. Su futuro es incierto. Como el nuestro. Ni la prensa, ni la televisión, ni la radio atraviesan por un buen momento. La profesión se está buscando a así misma. La industria de la información es, a día de hoy, eso. Una fábrica que produce como churros y que vende a una velocidad aún mayor. No importa la veracidad, la cohesión y la calidad de los textos. Ésta es la verdadera lacra de la comunicación de masas.

Por desgracia, la crisis de los medios impresos se inició mucho antes de que la Red apareciese en escena. Porque su rentabilidad todavía está entredicho. Durante años, internet se convirtió en una sangría económica para los medios convencionales que apostaron por una edición digital.

El optimismo empresarial desapareció junto con las Puntocom a fines de siglo. Aún así, la presencia en el ciberespacio resultó una cuestión innegociable para los medios. Tras una larga travesía en el desierto, los gigantes de la comunicación han visto recompensada su espera. La Red comienza a reportar beneficios. Todavía escasos, sí. Pero se ha logrado frenar la hemorragia.

¿Las causas? Son muchas. La popularización de internet (ya en una mayoría de hogares) y la extensión de la banda ancha están detrás de los nuevos resultados. También la gratuidad de la información. Aunque la clave del éxito se encuentra en la evolución del medio y de sus contenidos multimedia.

Hace no mucho tiempo, los principales portales de noticias se limitaban a reproducir los textos impresos. Ahora, el 'corta y pega' desde el papel está en peligro de extinción. Las agencias de noticias también ven amenazada su hegemonía. En las ediciones electrónicas proliferan las informaciones propias. Crecen los videos, la interactividad y la interacción con el lector. Los artículos se adaptan al nuevo soporte. Son más cortos, directos, concisos.

El periodismo en internet es ya otra cosa. A mitad de camino entre otros medios y formatos, de acuerdo. Pero comienza a tomar forma. Ésta es su principal virtud y la garantía de que nunca será una amenaza para la prensa escrita. Aunque al igual que sucedió tras la aparición de la radio, el cine o la televisión, siempre existirán agoreros.

El 'papel' tiene garantizada su continuidad, aunque no a cualquier precio. Debe definir su posición en este nuevo entramado mediático y adaptar los contenidos a sus características y posibilidades. El periodismo impreso no puede competir con la inmediatez o la imagen, ni siquiera con la espectacularidad o el amarillismo del resto de formatos. Sin embargo, goza de algo de lo que carecen sus 'rivales': tiempo.

Con un mayor margen para elaborar la información, la profundidad, la reflexión, el análisis y la interpretación son sus máximos exponentes. Ya lo ha advertido uno de los grandes rotativos de este país en una reciente campaña publicitaria. "Querer comprender". Ése es el camino.

P.D.: Lamento las dimensiones de este ladrillo!!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy rico todo, nada de ladrillo. Hay futuro ahí eh, yo sí lo tengo claro.