martes, 13 de noviembre de 2007

Improvisación

La vida está repleta de paradojas. Pero es en el trabajo donde adquieren su máxima expresión. Por fin disponemos de fecha de lanzamiento pero mi estado de ánimo no ha mejorado. Después de mes y medio en pruebas, la nueva web estará plenamente operativa en un par de días. Aunque nace con demasiadas incógnitas.

Quizás debido a la larga espera, confiaba en que el inicio de nuestra actividad se produciría con todas las garantías. Ha habido tiempo suficiente para ello. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. A escasas 48 horas para que el portal sea plenamente accesible, todavía existen limitaciones técnicas que podrían condicionar nuestro trabajo.

Los responsables de su diseño deberán resolver algunas cuestiones de forma apresurada para que no se consume el drama. Entre otras, carecemos de cabecera alguna para el blog, no disponemos de las contraseñas necesarias para moderarlo, y la información escasea. Incluso la denominación oficial de esta sección electrónica se encuentra ahora en entredicho.

No queda ahí este cúmulo de despropósitos.El principal escollo para que se consumara la puesta en marcha del proyecto en tiempo y forma, la sustitución de unos ordenadores del pleistoceno superior por otros más eficientes, tampoco se ha resuelto. Los nuevos equipos ya han llegado, pero no hay fecha para su instalación. Ver para creer.

La logística, de hecho, está resultando un completo desastre. Ni tan siquiera contamos con sillas. Tres butacas retiradas de la circulación por su mal estado hacen las veces de asientos en un juego de equilibrios que se repite a diario. Del material solicitado para dar servicio a la web tampoco hay noticias. Ni las esperamos.

Después de un mes de lamentos y quejidos, quizás estas afirmaciones puedan resultar de nuevo contradictorias. El equipo humano está listo desde hace semanas para afrontar el reto. No así los medios técnicos. Ésa es la paradoja.

Personalmente siento impontencia al observar desde la barrera como los procesos se eternizan en un profundo océano de movimientos burocráticos. La lentitud administrativa no es exclusiva del sector público. Tampoco la improvisación, que parece regir un futuro en el que se nos ha reservado el papel de meros espectadores. Es triste, pero no hay alternativa. Resignación y paciencia.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Invisible

Siempre he tenido la sensación de ser un personaje invisible. Me gusta pasar inadvertido (no desapercibido, Alfonso), odio las estridencias y me abruma captar la atención. Sin embargo, mi ausencia absoluta del espectro periodístico me lleva de cabeza. Aunque no tengo afán de protagonismo, ni pretendo pasar a la posteridad, me encanta mi trabajo. Y como ya he mencionado en anteriores posts, la falta de motivación comienza a calar hondo.

Quizás por eso he saboreado con mayor intensidad la oportunidad que me ha brindado mi turno matutino de trabajo. Los vericuetos de la actualidad me han permitido publicar mes y medio después. A través de la web de Madrid, claro.

No ha sido nada relevante pero reconforta reencontrarse con la profesión. Sobre todo porque las noticias no son del todo positivas. Nuestro debut en la Red parece que se retrasará de nuevo. Con suerte será nuestra última semana en blanco. No depende de nosotros. Los técnicos han de instalar los nuevos equipos... y seguimos a la espera.

En cualquier caso, me he quitado una espinita. Sé lo que es publicar en internet. Soy, de una vez por todas, menos invisible.

martes, 6 de noviembre de 2007

Despertadores en la madrugada

6.00 a.m. Un estridente sonido intermitente pertuba mi descanso. Todavía entre sueños, extiendo a tientas el brazo derecho para alcanzar el origen de esta sinfonía de pitidos. En la infructuosa búsqueda se contabilizan daños colaterales. El teléfono y el mando a distancia de la minicadena golpean contra el suelo. Un estruendo seco. Más ruido.

Por fin, con la mesita ya libre de obstáculos, encuentro el foco del desconcierto. A ciegas, acciono el despertador y el sonido cesa. Sólo es una tregua. Cinco minutos después, el mecanismo reemprende su marcha al tiempo que mi paciencia se acaba definitivamente.

Una sacudida al cable de alimentación termina con la pesadilla. Sin embargo, no puedo conciliar el sueño. Son las 6.05, hora de levantarse. Todavía remolón, aparto los estores de mi cuarto. Confío en que los rayos de sol se cuelen por mi ventana, pero en el firmamento nada indica que vaya a despuntar el día.

Somnoliento, me doy una ducha mientras reseteo el sistema operativo. Por primera vez soy consciente de que ésta será mi rutina diaria durante los próximos doce meses. Y lo acojo con indiferencia.

Ya en la calle descubro algunos principios de la física básica. Las temperaturas son bajas en los albores del día. Nada que no pueda resolverse. Tomo más ropa de abrigo y reanudo la marcha hacia la parada del autobus. La fortuna está de cara. El autocar espera ante el semáforo y aprovecho para acceder antes de que cambie de idea.

En el periódico todo está a oscuras. Aunque las manillas de mi reloj marcan las 7.25, la limpiadora todavía no ha hecho acto de presencia (y debería). Palpo las llaves de la luz y las acciono. Una, dos, tres, cuatro. La Redacción desierta presenta una imagen fantasmal. Todo se encuentra exactamente en la misma posición que horas atrás, pero sin una brizna de vida.

La luz anaranjada de mi ordenador revela el retorno a la rutina. El procesador, sin embargo, no puede con todo. Media hora después, la computadora está lista para la edición digital de noticias. Yo desesperado por su tardanza.

Comienza el trabajo y desconecto por completo. Pasan las horas y asisto al goteo incesante de compañeros. A las 11 dejo de estar sólo. Cunde más el tiempo y podemos permitirnos un respiro. Con evidentes signos de cansancio finalizo mi jornada laboral. Abandono la Redacción pensando en que no ha resultado tan duro. Al menos el primer día de despertadores en la madrugada.

P.D.: Me reafirmo. Echo mucho de menos a mis compañeros. :S

lunes, 5 de noviembre de 2007

Nostalgia

Tengo nostalgia del 'papel' y todavía no he tenido ocasión de iniciar mi andadura como ciberperiodista. Añoro escribir y trabajar las informaciones. Echo de menos estampar mi firma. Pero, sobre todo, recuerdo con melancolía a mis antiguos compañeros, distanciados ahora por un océano de ordenadores y mesas de trabajo.

El exilio forzoso hasta el extremo opuesto de la Redacción vaticinó el principio del fin de una relación diaria y cómplice. La confianza forjada durante las jornadas maratonianas de trabajo se encuentra amenazada. El balance tras un mes de destierro apunta a ello. Nada es ya lo mismo a pesar de los esfuerzos.

Desde mi posición estratégica junto a los WC del diario no hay lugar para la interacción. Simplemente no existe. Sólo los correos electrónicos mantienen vivo el vínculo. Qué paradoja. Mi vida es virtual incluso para esto.

Mañana daré un nuevo paso hacia el vacío. Comienzo mi turno matutino en mi nuevo empleo como redactor electrónico. El horario no deja lugar a dudas. Se consumará el divorcio. Quizás no sea inmediato, pero se antoja un proceso inexorable. Apenas pasaremos un par de horas al día en el mismo espacio físico y así todo se complica. Ya se sabe, el roce hace al cariño y la distancia, el olvido.

Frente a mi ordenador asisto resignado a estos cambios mientras descubro otra contradicción. La informática e internet también están presentes en estas líneas. Todo gira últimamente en torno a ello. Y yo siento nostalgia de nuevo.

viernes, 2 de noviembre de 2007

¿El desplome del cuarto poder?

Intenet se erige en la gran amenaza del periodismo. El agujero negro de la información veraz, el formato precursor del caos, de la tragedia. Ignacio Sotelo contribuye desde su tribuna de El País a forjar este mito. Una ficción pendiente de demostración empírica. Porque el periodismo electrónico todavía se encuentra en proceso de definición como medio.

Hasta que configure su propia identidad, la prensa digital tendrá que esquivar los ataques y el descrédito de los alarmistas. Las denuncias de quienes ven en la Red una amenaza para la integridad y la fiabilidad de la profesión. Yo me niego a creerlo.

No es una cuestión de corporativismo hacia el soporte que me alimenta. Todo lo contrario. Simplemente, las reflexiones de muchos popes de la comunicación no resisten el mero envite de la crítica. No en vano, las premisas que fundamentan sus teorías son, en su mayoría, falsas.

Sotelo asegura que la inyección económica que reciben los medios electrónicos está acabando con la prensa escrita. Internet roba, a su juicio, el capital de los diarios tradicionales. Las plantillas adelgazan, los salarios se derrumban y la calidad informativa se sitúa bajo mínimos. Caída libre.

La descripción de los síntomas es acertada, pero no tanto el diagnóstico. El 'papel' está en crisis. El periodismo lo está. Todo él. Basta con echar un vistazo a las redacciones de nuestro país. Sueldos míseros para profesionales jóvenes, en su mayoría muy preparados. Nuevos mileuristas en la cuerda floja.

El periodismo es una profesión vocacional. Nadie (rectifico, muy pocos) hace fortuna en este empleo. Por contra, las exigencias son muchas: horarios terroríficos, festivos, fines de semana, disponibilidad absoluta... Compensa. Cuesta creerlo, pero es así. El desgaste, sin embargo, es mayúsculo, al igual que los peajes que deben abonar otras esferas de la vida.

A pesar de todo, las facultades están repletas de proyectos de periodista. Su futuro es incierto. Como el nuestro. Ni la prensa, ni la televisión, ni la radio atraviesan por un buen momento. La profesión se está buscando a así misma. La industria de la información es, a día de hoy, eso. Una fábrica que produce como churros y que vende a una velocidad aún mayor. No importa la veracidad, la cohesión y la calidad de los textos. Ésta es la verdadera lacra de la comunicación de masas.

Por desgracia, la crisis de los medios impresos se inició mucho antes de que la Red apareciese en escena. Porque su rentabilidad todavía está entredicho. Durante años, internet se convirtió en una sangría económica para los medios convencionales que apostaron por una edición digital.

El optimismo empresarial desapareció junto con las Puntocom a fines de siglo. Aún así, la presencia en el ciberespacio resultó una cuestión innegociable para los medios. Tras una larga travesía en el desierto, los gigantes de la comunicación han visto recompensada su espera. La Red comienza a reportar beneficios. Todavía escasos, sí. Pero se ha logrado frenar la hemorragia.

¿Las causas? Son muchas. La popularización de internet (ya en una mayoría de hogares) y la extensión de la banda ancha están detrás de los nuevos resultados. También la gratuidad de la información. Aunque la clave del éxito se encuentra en la evolución del medio y de sus contenidos multimedia.

Hace no mucho tiempo, los principales portales de noticias se limitaban a reproducir los textos impresos. Ahora, el 'corta y pega' desde el papel está en peligro de extinción. Las agencias de noticias también ven amenazada su hegemonía. En las ediciones electrónicas proliferan las informaciones propias. Crecen los videos, la interactividad y la interacción con el lector. Los artículos se adaptan al nuevo soporte. Son más cortos, directos, concisos.

El periodismo en internet es ya otra cosa. A mitad de camino entre otros medios y formatos, de acuerdo. Pero comienza a tomar forma. Ésta es su principal virtud y la garantía de que nunca será una amenaza para la prensa escrita. Aunque al igual que sucedió tras la aparición de la radio, el cine o la televisión, siempre existirán agoreros.

El 'papel' tiene garantizada su continuidad, aunque no a cualquier precio. Debe definir su posición en este nuevo entramado mediático y adaptar los contenidos a sus características y posibilidades. El periodismo impreso no puede competir con la inmediatez o la imagen, ni siquiera con la espectacularidad o el amarillismo del resto de formatos. Sin embargo, goza de algo de lo que carecen sus 'rivales': tiempo.

Con un mayor margen para elaborar la información, la profundidad, la reflexión, el análisis y la interpretación son sus máximos exponentes. Ya lo ha advertido uno de los grandes rotativos de este país en una reciente campaña publicitaria. "Querer comprender". Ése es el camino.

P.D.: Lamento las dimensiones de este ladrillo!!!!

Nuevos tiempos

No todo es armonía y felicidad en mi lugar de trabajo. El nacimiento de esta nueva sección ha alimentado tensiones y desenterrado antiguas y legítimas demandas. La convivencia entre el 'papel' y la Red no será sencilla. Pero resulta imprescindible para la supervivencia de ambos formatos.

No hay alternativas, muy a nuestro pesar. Para los que amamos la prensa escrita, la suntuosidad de la fina lámina de papel teñida de negro, el futuro se antoja complicado. La reconversión es obligada. No sé si en internet se encuentra el futuro del periodismo, pero estoy convencido de que jugará un papel destacado.

Y que conste que me considero el primer damnificado de esta nueva era. Un tránsito del papel a la virtualidad. Del 'ego' al anonimato. Son las exigencias del guión, porque se trata de un medio condenado a entenderse con la Redacción tradicional. Sin ella Internet no existe. Al menos tal y como se concibe actualmente.

La estrecha colaboración de los redactores convencionales es imprescindible, a pesar de que pueda parecer un incordio. Que lo es. En las primeras semanas en pruebas apenas hemos recibido el apoyo del diario escrito. Contábamos con ello. No pongo en duda la buena voluntad de mis compañeros, de mis amigos. Existe. Pero el proceso de adaptación es lento, como cualquier cambio de hábitos.

Las llamadas telefónicas a la sección digital resultan imprescindibles para nuestro futuro. Y hasta el momento brillan por su ausencia. Salvo honrosas excepciones, la mayor parte de la Redacción no ha reparado en ello. Bien como medida de presión a la empresa, bien por despiste, las necesidades de internet no están siendo cubiertas.

No me gustaría que se malinterpretaran mis palabras. Las reividicaciones laborales son legítimas y cuentan con todo mi apoyo. Me atrevería incluso a hacerlo extensivo al resto de componentes de esta friki-sección. Una vez resueltas estas demandas espero que cambien las tornas. Porque los compañeros del 'papel' serán los principales beneficiados de esta simbiosis.

En su mano está trascender a la caducidad del medio impreso. Internet ofrece esta ventaja. A cambio, otros compañeros renuncian a lo más preciado y personal del trabajo como periodista, la firma. Ellos son nuestros ojos, nuestros guías. Quienes nos permitirán llegar a buen puerto en tiempos de incertidumbre.

Desesperación

Desesperados. Así estamos después de un mes de trabajo en pruebas. En este periodo hemos realizado todo tipo de prácticas. Podemos presumir de dominar la edición digital de noticias y de una agilidad ganada a pulso en la sombra de una intranet de acceso restringido. Sin embargo, esta última semana se ha convertido en todo un suplicio.

No sólo no hemos ampliado los conocimientos acerca del sistema, sino que nuestros ánimos han decaído considerablemente. Cunde el hastío y el aburrimiento entre el equipo internauta. Sobre todo porque nuestro trabajo carece de repercusión pública. Y así es complicado mantener la concentración durante ocho horas.

El sopor laboral no implica que no se cumplan los objetivos diarios. Por encima de todo somos profesionales. Pero comprobamos con angustia como las agujas del reloj apenas avanzan y nuestras ojeras se multiplican. Ansiamos un cambio.

El soplo de aire fresco vendrá acompañado de la puesta en marcha definitiva de la sección. Del fin del trabajo inútil, oculto para el gran público. Aunque 32 días después de nuestro paso por Madrid la incógnita continúa.

Tan sólo una de las delegaciones ha visto la luz en la Red. Hace ya una semana, y con dos de retraso respecto a los plazos previstos. El resto permanecemos a la espera. Nosotros sólo somos una miniredacción más en el entramado mediático del grupo editorial que nos da cobijo. Pero el desaliento es un sentimiento compartido entre los que participamos de la coreografía inherte de números cero.

A pesar de todo, se vislumbra una luz al final del túnel. El final del trayecto está próximo. O quizás esté intoxicado por mis deseos. La rumorología dice, en cualquier caso, que en el plazo de dos semanas estaremos en el aire. Fluctuando en la Red. Yo me agarro a un clavo ardiendo. Creo a pies juntillas los dimes y diretes. Esta vez sí. Como siempre.