martes, 4 de noviembre de 2008

Bienvenido al final


Nunca me han gustado las despedidas. Sin embargo, es imposible evitarlas. Porque como otras tantas cosas en la vida, dependen de, al menos, dos partes. La que decide marcharse y la que, inmóvil y a veces perpleja, asiste a su partida.

El axioma siempre es válido. Para un amor, para un amigo... o como es el caso, para un grupo de música. Porque Deluxe se acaba. Anoche, la banda de Xoel López ofreció su penúltimo concierto. El próximo sábado volverá a su galicia natal para tocar los últimos acordes de su historia. Frente al oceáno Atlántico, en A Coruña, dirán adiós. Para siempre.

Muchos pensaréis que trivializo sobre un asunto muy serio y quizás acertéis. Soy consciente de ello. Pero no puedo reprimir un cierto desazón al conocer el fin del grupo que ha puesto música a mi vida durante los últimos seis años.

Desde la etapa más indie hasta el actual sonido folk, sus temas se han colado con regularidad en mi Ipod. En su repertorio he encontrado refugio en los días malos y autoafirmación en los buenos. Lágrimas y sonrisas a partes iguales.

El buen chico del rock nacional se quedó en tierra de nadie. Muchos medios alternativos le dieron la espalda tras firmar con una gran discográfica, al tiempo que repudiaban el giro introspectivo de su música. Ya no era 'cool'.

Deluxe, sin embargo, nunca tuvo voz propia en las radiofórmulas. Sólo de prestado. Lo que tampoco ha impedido que cada trabajo se colase entre los más vendidos (que no radiados o pirateados) del momento.

Xoel despierta odios y pasiones. Pero nadie duda de que hoy en día es uno de los mejores compositores del país. Probablemente el más coherente de todos ellos. Tanto con su obra como con su forma de vida.

Porque Deluxe, para bien o para mal, no se ha limitado a imitar al Franz Ferdinand de turno. Es original, íntimo e irrepetible. Su alma mater se erige, además, un maestro de los arreglos, capaz de introducir instrumentos de viento para dotar de épica a su música. Un trabajo tan digno y admirable como el de los aclamados Arcade Fire.

Tras una década a gran altura, el adiós de Deluxe no se produce por desavenencias entre los miembros de la banda. Xoel pide a gritos un descanso tras una década con la guitarra al hombro y más de un centenar de conciertos en el último año.

Viajará primero a Buenos Aires, de donde es su pareja, y después a Nueva York. Y aunque promete volver, elude marcar una fecha en el calendario. Para cuando lo haga, Deluxe, el proyecto que le catapultó a la fama, estará reducido a cenizas y recuerdos.

Yo me limito a rendirle este pequeño homenaje mientras suena su mejor trabajo hasta la fecha, 'Fin de un viaje infinito', en mi reproductor. Mientras recuerdo su último concierto en el Greenspace, al primero que asistí como periodista en Valencia. Adiós Deluxe. Bienvenido, Xoel.

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